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10 días en Florencia y Venecia. Florencia desde las alturas.

Viernes. Luce un sol estupendo en Florencia y una temperatura perfecta. Hemos dormido de maravilla. Las almohadas perfectas. Son las 8.30 de la mañana. Nos preparamos y bajamos a desayunar.

El hotel tiene una pequeña terraza, con vistas a un jardín, donde se puede desayunar. En la calle hace fresco. Mejor lo dejamos para otra ocasión. Nos preparamos unos zumos, alguna tostada (echamos de menos un tostador) con mermelada y mantequilla y algún bollito. No somos ni de yogures ni de embutido matutino ni de fruta. Y cafés. Tampoco hay colacao!.


Subimos al Campanile de Giotto

Ya estamos listos para salir. Antes hemos revisado que no falte nada. Tiritas. Espidifen. Botellín de agua. Móviles. Batería adicional móvil (que no llegamos a usar ni una sola vez). Gafas de leer. Gafas de sol. Mapa. Paquetito pañuelos papel (imprescindibles y de mil usos). Bolígrafo. Dinero. Y sobre todo, las entradas para subir a la cúpula y al campanile. Hace ya tiempo que las sacamos por internet. De lo contrario, nos hubiéramos quedado con las ganas. La subida a la Cúpula está muy solicitada y es obligatorio reservar. Pagando 15 eurillos tienes acceso a la Cúpula, al Campanille y al Museo.

A las 10.00 tenemos la entrada para subir al Campanile de Giotto. Llegamos 10 minutos antes de la hora. Pedazo de cola que hay ya para entrar!. La ignoro. Y con papelito de la entrada en mano me acerco a uno de los vigilantes. Se la muestro. Y me indica que espere a la derecha de la entrada. No me ha mandado al final de la cola!!. Son ya las 10.00. Somos los primeros de la cola. Y somos los primeros en entrar de toda la cola que hay!. Más de uno se habrá tenido algún que otro pensamiento para nuestras familias.

Comenzamos la subida. Nos esperan 414 escalones hasta llegar arriba. Esperemos que merezca la pena. La subida no se hace pesada. Cada cierto tramo de escaleras una pequeña “sala” donde tomar aire para continuar.

Subimos sin prisa. Más de uno nos adelanta. En algunos tramos hay que pararse a la fuerza. Para dejar pasar al que baja.

Y llegamos arriba del todo. Tampoco ha sido para tanto!. Arriba, una malla de metal rodea todo. Las vistas increíbles. Qué grande que es Florencia!. En frente, la Cúpula del Duomo. Algunos agitan las manos saludando a los que están allí. Será que se conocen…

Durante un buen rato contemplamos las vistas y hacemos fotos.

Estamos listos para descender. La bajada es más rápida. En algún tramo hay que pararse para dejar paso al que sube.


Llegamos abajo. Tenemos hasta las 12.30 para recorrer alguna de las calles que rodean a la Catedral. Decidimos que ya va siendo hora de probar un capuccino. Nos alejamos un poco de la Piazza del Duomo. Ayer aprendimos la lección con el helado. Encontramos una cafetería con una terraza a pie de acera. Esta misma nos sirve. “Due capuccinos”. Los tomamos. No están mal. “Il conto, per favore”. Y nos clavan 8,74 eurazos por los dos capuccinos!!.

Volvemos a la Piazza. Son las 12.30 y tenemos la entrada para el Museo dell`Opera di Santa Maria del Fiore. No hay cola. Enseñamos las entradas y pasamos. Dentro varias salas con esculturas y piezas originales que fueron sustituidas por copias en la Catedral y el Battisterio.

Piedad Bandini de Miguel Angel

Lo mejor, no hay aglomeraciones de gente, con lo que se puede ver tranquilamente.

Hay una escultura que nos llama la atención. La de María Magdalena. De Donatello. Favorecida, lo que se dice favorecida…no ha salido.

Maria Magdalena de Donatello

Seguimos el recorrido por el resto de plantas. Son tres hasta llegar arriba, desde la que vemos los bocetos de la cúpula de Brunelleschi.

Salimos del museo. Es ya hora de comer. Buscamos en el mapa la Piazza dill`Olio. Allí está la osteria Nuvoli. Recomendada en alguno de los foros que he mirado. Una “tasca” pequeña y curiosa. Al comedor se accede bajando unas escaleras. Compartimos mesa con otra pareja. Aquí, el coperto famoso tan “sólo” nos cobran 0,50 euros por cabeza.

Un paseo por el templo de las glorias italianas.

Como hasta las 18.00 no tenemos la subida a la Cúpula decidimos callejear por los alrededores. Mapa en mano ponemos rumbo hacia Santa María de Croce. Dentro hay más de 300 tumbas de personajes de la talla de Miguel Angel, Galileo, Marconi, Boticceli o Maquiavélico. Con semejante plantel bien merece una visita.


Llegamos a la plaza donde está situada. Un grupo callejero de música está tocando. Nos sentamos a escucharles. La plaza es preciosa. Rodeada de viejas casas. La temperatura perfecta. Un sol espléndido pero con una brisa agradable. Qué bien se está!!.


Pero si queremos ver la iglesia hay que espabilar. Que luego tenemos la subida a la Cúpula!. Nos vamos hacia la entrada de la iglesia. Cola. Mucha cola. La entrada cuesta 8 euracos. Qué barbaridad!. Me pregunto si tendrán al plantel de ilustres momificados y expuestos al público. O algo así.

Dudamos entre entrar o no. En frente una heladería. Y si invertimos el dinero de la entrada en tomarnos un par de helados?. Hecho!. Y un par de helados que nos tomamos sentados en las escaleras de acceso.

Terminamos los helados. Ya no hay cola. Y si entramos?. “Mira que dicen que es la iglesia franciscana más grande del mundo y además la llaman “El templo de las glorias italianas?”. Total una iglesia más… Y entramos.

Lo primero que nos llama la atención es el techo de madera policromada. En sus paredes frescos de Donatello, Giotto o Brunelleschi.

Y un montón de lápidas por el suelo. Algunas están protegidas para que no se pisen. Otras, completamente desgastadas por el paso del tiempo…y de la gente.

Paseamos por su interior un buen rato. Buscando las tumbas de Galileo. O de Miguel Angel… Pero no las vemos. O pasamos por ellas y no nos enteramos. Deberían estar mejor indicadas!.

Continuamos el recorrido por la iglesia. Tiene varias salas para visitar. A parte de un par de claustros.

Afuera, en la plaza, un par de militares vigilan que todo vaya bien. La forma de hacer turismo está cambiando.

Volvemos al interior de Santa Croce. Antes de irnos, descubrimos la Scola del Cuolo. Un taller de cuero que ocupa la antigua residencia de los franciscanos. Aquí, los artesanos del cuero, se afanan por hacer todo tipo de cosas en cuero. Bolsos. Chamarras. Cinturones. Carteras…Los productos están a la venta allí mismo.

Subimos a la Cúpula de Brunelleschi

Se acerca la hora de irnos para el Duomo. La entrada la tenemos por un lateral de la Catedral. Es fácil dar con ella. Son las 17.30 y ya tenemos cola para subir a la Cúpula de Brunelleschi. Toca esperar hasta las 18.00. Hace sol, pero con la brisa se aguanta bien la espera.

Y a las 18.00 entramos. Al igual que con el Campanile y el Museo, tenemos nuestra entrada sacada por internet e impresa. Nos esperan 463 escaleras antes de llegar al final. Mejor no nos lo pensamos y tiramos para arriba.

El primer tramo se sube bien. Hay una pequeña “sala” donde coger aire y continuar. Atacamos el segundo tramo, hasta llegar al techo de la iglesia. Entramos en un “corredor” estrecho desde el que podemos contemplar las pinturas que la adornan. Espectaculares. Es “El juicio final” de Vasari y Zuccaro. Una de las pinturas murales más grandes que existen.

Pero viene gente detrás azuzando. Por una puerta que hay en el corredor seguimos subiendo. Estamos ya en las entrañas de la cúpula. Según nos acercamos al final, las escaleras se hacen más empinadas y estrechas.

Hasta que por un “agujero” salimos. Estamos encima de la Cúpula. Aquí no hay protección como en el Campanile. Las vistas de Florencia….espectaculares. Como no podía ser. Sacamos fotos de todas las maneras posibles.


Y volvemos a meternos por el agujero para descender. Llegamos abajo con cierto mareo. Hay un tramo en el que se baja en espiral. Recuerdo otro “campanile” con una bajada semejante en Brujas.

Aprovechamos el resto de la tarde para callejear y comprar alguna cosilla. Tenemos ya un dominio absoluto del mapa!.

El Mercato Centrale y los cannolis

Para cenar hemos pensado en acercarnos hasta el Mercato Centrale. Me recuerda a nuestro Mercado de la Ribera. La zona de restauración. Pero en grande. Mucho más grande. Un montón de puestos donde elegir tu comida. De todo tipo.

Te la preparan al momento y te la comes en las mesas centrales que hay dispuestas. Algunos puestos tienen restaurante en un piso superior.

Y por lo que sea prefieres hacértelo tú, tampoco hay problemas. Tienen un espacio dedicado a cocinar donde puedes hacer tus propias creaciones. Supervisado por maestros. Claro está.

Pero nuestro mayor descubrimiento en el Mercato Centrale fueron los cannolis. Los originales son de Sicilia y están rellenos de una crema mezclada con queso ricota. Estos no. Estos están rellenos de helado (no descubrimos el sabor) con trozos de chocolate en su interior. Nos hicimos fans absolutos de ellos!!

Y con el regustillo aún de los cannolis, nos acercamos hasta el hotel. Ducha y dormir. Mañana nos esperan 11 horas de excursión conociendo un trocito de La Toscana.

Mariarka :Mi profesión. Profesora vocacional. Mi trabajo (cuando lo tengo). Formadora de cursos de informática. Y en los ratos libres, devoradora de libros, fotógrafa de recuerdos y vistas, organizadora de eventos familiares, incondicional de las reuniones con amigos y aficionada a descubrir nuevos rincones y lugares, cercanos y lejanos.