Barrio Rojo. (Amsterdam)

Antes de empezar, Fran advierte del lenguaje que se va a utilizar. Teniendo en cuenta dónde estamos… no creo que nadie se vaya a escandalizar. Aunque de todo hay. También avisa de que no se permite fotografiar a las prostitutas. Será para salvaguardar su intimidad?. Primera parada, una calle en la que se mezclan locales de gays, transexuales, sadomasoquismo, sex shops, un teatro del porno…Todo a mano. Muy cómodo, oye!. Nuestro guía se centra más en los locales de sadomasoquismo. Prácticas con nombres tan sugerentes como la diana, la sonrisa del payaso, el volcán o la metralleta entre otras son o han sido habituales en alguno de ellos. Nos explica en qué consisten. Se agradece el punto de humor con que las describe. Contadas a pelo, sin aderezos, algunas le revuelven el estómago hasta al más pintado!. Uno de los locales fue cerrado hace dos años por el tipo de prácticas que se hacía. Ahí es nada!.

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Tienda Barrio Rojo

Dejamos atrás esta calle. Volvemos a parar en una cercana. Al fondo se ven cinco cabinas. Con sus cinco chicas. Estupendísimas!. Con unos cuerpos de escándalo. Alguien pregunta. ” Y cabinas con chicos?, no hay?”. Respuesta. ” Si pero no”. En su día hubo. Se puso un anuncio. “Se precisan hombres para ocupar cabinas en el Barrio Rojo”. No se presentó nadie. Ni uno sólo. Se cambió el anuncio. “Se precisan hombres para mantener relaciones sexuales que serán gratificadas”. Esto era otra cosa. Sexo gratis y encima te pagan por ello?. Se presentaron tres mil hombres. Hay que ver lo que hacen unas cuantas palabras bien escogidas!. Se habilitaron cinco cabinas con cinco maromos como soles. Y se desató la locura. Curiosos, fotógrafos, televisiones, reporteros… Imposible trabajar así. Se delimitó la zona para que pudieran ejercer sin problemas y sin ser molestados. Tuvieron tres clientes. Y los tres fueron hombres. Ni una semana duraron. No era rentable. Pero volvamos a las cinco chicas estupendísimas del fondo de la calle. Ojo con las luces que tienen sus cabinas!. No es oro todo lo que reluce!.

Siguiente parada. La calle de la trompeta. Mas que calle es un pasadizo. Estrecho. Estrechísimo. Plagado de cabinas. Algunas de las chicas te miran insinuantes. Otras parecen aburridas. Alguna tiene la cortina cerrada. Debe estar trabajando. Fran advierte de los incautos que caen en sus redes. Si no andas listo te despluman en un abrir y cerrar de ojos. Y no valen reclamaciones una vez dado el dinero. Ni que te pongas “tonto” con ellas.  Todas tienen un botón “del pánico” que pulsan en cuanto se ven amenazadas. La cabina se cierra automáticamente. Prostituta y cliente se quedan dentro. La policía llega en menos de cuatro minutos. Eso si tiene suerte el individuo. Si no, llegarán antes las compañeras de la amenazada. Y no vienen con ganas de hacer amigos.

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Rejas con formas sexuales

Ahora nos lleva a una calle más ancha. No parece tener nada especial. Salvo un par de locales de transexuales y alguno que otro de masajes “con final feliz”. Pero si te fijas bien, las verjas que hay en las puertas de las casas tienen figuras con alusiones sexuales. Y lo más curioso, en la misma calle hay un hotel cristiano. Si. Tal cual. Cristiano. Con sus rezos matutinos y todo. No son obligatorios. Pero si alguien quiere limpiar su alma… Por lo demás, sólo tienen dos condiciones. No se puede fumar dentro y no se permite meter alcohol.

Seguimos recorriendo el Barrio Rojo. Pasamos por delante de la iglesia OudeKerk, con vistas a las cabinas de las prostitutas…Tiene su lógica, que viene de muy lejos. Promiscuos y folladores, sí. Pero también buenos cristianos. Por un módico precio el cura te daba la absolución de todos tus pecados. Y algunos hasta tenían suerte, porque casualmente la prostituta con la que habían yacido era, mira tú que bien, amiga del párroco, el cual, como un gran favor, y a cualquier hora, te haría una limpieza del alma que ni Mr. Proper!. Eso sí. Caro te iba a salir el asunto!.

Ha pasado ya más de una hora. Damos por terminada la ruta. Fran nos hace una última recomendación. Visitar una galería donde las prostitutas no están dentro de las cabinas. Y una advertencia. El gobierno está cerrando muchas de las cabinas del Barrio Rojo.

Sonando aún en nuestras cabezas algunas de las anécdotas contadas por Fran, vamos a buscar un sitio para cenar. Nos recomienda el restaurante Pasta-Pasta. En el Barrio Rojo. Por menos de 6€ tienes un plato de pasta recién hecha!. Nos atiende una chica de Barcelona. Qué bien!. No hay que hacer el esfuerzo de comunicarse en la lengua de Shakespeare.

Terminamos de cenar y vuelta al hotel. El “Everest” de las escaleras empinadas nos aguarda. Me acuerdo de la historia de los gatos. Echo un vistazo por la habitación. Por si acaso. Nada sospechoso. Ya podemos apagar la luz!.

Mariarka

Mi profesión. Profesora vocacional. Mi trabajo (cuando lo tengo). Formadora de cursos de informática. Y en los ratos libres, devoradora de libros, fotógrafa de recuerdos y vistas, organizadora de eventos familiares, incondicional de las reuniones con amigos y aficionada a descubrir nuevos rincones y lugares, cercanos y lejanos.