Ultimo día de Julio. San Ignacio. Fiesta en Bizkaia. Y fiesta en mitad de la semana. Perfecto para hacer una pequeña ruta. Cantabria, Bizkaia, La Rioja o Burgos. Está difícil decidirse. Al final tiramos para Burgos. El día es perfecto. Algo nublado y una temperatura ideal. En las mochilas agua y bocatas. Algún sitio encontraremos donde sentarnos a comer. Arrancamos con la idea de hacer el Desfiladero de la Horadada. Pinta muy bien.
Nuestra Gpsa nos lleva por Artziniega, Quincoces, San Pantaleón de Losa con su inconfundible silueta del espolón rocoso (a mi me recuerda a la proa de un barco), Trespaderne y Oña. Entre campos de girasoles atravesamos Las Merindades para terminar en La Bureba. (Lo confieso. Me pierdo con las comarcas de Burgos).
En algún punto del camino nos hemos debido teletransportar a otro lugar. No hay ni rastro de la llanura burgalesa que acabamos de pasar. En su lugar, una vegetación abundante y paredes verticales. Acabamos de entrar en el Desfiladero de la Horadada. En pocos kilómetros llegaremos a Oña. Nuestro primer destino del día.
En Oña aparcamos el coche cerca del río Oca. Nos recibe un viento fresquito para ser Burgos y finales de Julio. Mejor para andar. Estoy tentada de cambiar el pantalón corto por uno largo que me ha traído. Allí mismo preguntamos a una vecina por el inicio de la ruta. No tiene ni idea y nos manda a la Oficina de Turismo. Está en la parte alta del pueblo. Al lado de correos. Volvemos a preguntar por la ruta que te lleva a través del Desfiladero de la Horadada. Pero, no sé cómo, por arte de birlibirloque salimos con información para hacer el Paseo del río Oca, que parte desde allí mismo y que al parecer, son los primeros kilómetros del Desfiladero de la Horadada. Pues nada, nos haremos este paseo.
Un inciso. Si alguien le atrae la idea de hacer este paseo y no conoce Oña, que planifique también una visita a este pueblo de raíces medievales. Adentraros en su Jardín Secreto, reposar en una de sus terrazas a buen resguardo del sol y pero sobre todo no dejéis de entrar por nada del mundo en el Monasterio de San Salvador. El “guau” está asegurado!!!. Palabra.
Paseo del rio Oca – Desfiladero de la Horadada
Pero nosotros a lo que hemos venido esta vez (ya visitamos Oña en otra excursión anterior, cuando hicimos la Ruta de las pasarelas en el Desfiladero de los Hocinos) es a hacer una ruta de senderismo. Sencilla y fácil. Pero ruta. Así que siguiendo las indicaciones del chico de la Oficina de Turismo nos vamos hacia la salida de Oña en dirección a Trespaderne. Enseguida vemos el cartel anunciando que entramos en el Paseo del Rio Oca, al amparo del Parque Natural de Montes Obarenes -San Zardonil. Los primeros metros los hacemos con la Nacional a nuestra derecha y el rio Oca a nuestra izquierda. No tenemos que caminar mucho para llegar a una pequeña área de descanso rodeada de frondosos árboles con mesas y alguna barbacoa. Lástima que hemos dejado las mochilas con la comida en el coche.
El conjunto lo completamos con un coqueto puente de madera sobre el río. La estampa no puede ser más bucólica!!. Será el primero de los puentes que nos vamos a encontrar y que nos harán cruzar el río Oca en diferentes ocasiones. De obligado cumplimiento hacerse unas cuantas fotos.
Seguimos caminando. Encinas, quejigos, alcornoques, hayas o enebros es la fauna que nos rodea. La cornisa Cantábrica se intuye cercana aún. La senda está perfectamente acondicionada. El camino es cómodo. El suelo ha sido empedrado y una barandilla de madera nos protege de posibles caídas. Pero en algunos tramos hay que subir y bajar escaleras que, aunque no suponen demasiado esfuerzo, pueden ser un inconveniente si se viene con silla de niños o se tiene dificultades para moverse. (En algún sitio he leído que se podía hacer hasta con silla de niños)
De compañero no sólo llevamos al Oca. También nos acompaña durante un tramo las antiguas vías y túneles abandonados del ferrocarril Santander – Mediterráneo, un mastodóntico proyecto de principios del siglo XX que no llegó a cuajar del todo y acabó siendo abandonado. En nuestro recorrido pasamos por lo que debió ser un paso a nivel que atravesaba la antigua carretera y que aún conserva las “barreras” que impedían el paso a los vehículos. Junto a ellas, una casa abandonada que imaginamos sería alguna estación o apeadero.
Ahí mismo aún se pueden ver restos de la antigua vía del tren que se pierden en la lejanía. Tentada estuve de andarla un tramo. Pero cruza por encima del río y entre sus travesaños se podía intuir que un mal paso podía acabar con mi pierna metida entre ellos o algo peor. Así que me limité a hacer alguna foto desde suelo firme. Que las alturas y el agua no llegamos a llevarnos bien del todo.
Y así, sin apenas darnos cuenta llegamos al siguiente puente. Este no es tan bonito como el que hemos cruzado. Aunque también tiene su encanto. Este es un puente de piedra sobre el que, en su día, pasarían los coches. En este punto del recorrido el camino aquí se ancha y se hace aún más fácil de transitar. La vegetación no es tan abundante y empezamos a estar rodeados de altas rocas.
Y el Oca se hunde un poco más en su recorrido. El desfiladero empieza a tomar forma. Paredes verticales de algunos metros de altura empiezan a surgir. Seguro que estamos en Burgos?.
Llegamos al final del paseo. Justo en el punto en que la Nacional se nos vuelve a cruzar. Hasta aquí hemos hecho 4 km desde Oña. Un recorrido tranquilo y sencillo. Pero nosotros seguimos empecinados con la idea de adentrarnos en el Desfiladero de la Horadada. Así que decidimos continuar un poco más. Aquí mismo hay una escaleras que bajamos primero, y que nos permiten cruzar por debajo de la Nacional, para luego volver a subirlas y llegar al otro lado.
Y nos topamos con el último de los puentes que cruzan el río. El más espectacular de todos posiblemente. Y que se aferra a la roca como un náufrago a una tabla. Una pasarela de madera fijada a la roca nos permite recorrer la orilla del Oca hasta alcanzar tierra firme.
Avanzamos unos metros más aún. Pero esto no tiene visos de llevarnos hasta el ansiado desfiladero. Confirmamos nuestras sospechas con dos senderistas que nos cruzamos. Efectivamente. Ese no es el camino que nos llevará hasta el Desfiladero. Pero nos aseguran que el paseo es bonito, que pasamos por una vaquería y que acaba en una preciosa campa.
Pero a pesar de lo bien que suena decidimos regresar a Oña. La hora de comer se nos va echando encima. Y además, hemos visto una panadería que anunciaba postres artesanales. Que es justo lo que necesitamos para completar la comida. Así que hay que darse prisa en llegar antes de que cierren. Y además, luego hay que buscar un sitio donde comernos los bocadillos.
El resto del día lo emplearemos en visitar la Cueva de los Portugueses, acercarnos hasta el embalse de Sobrón, recorrer el pueblo de Herrán y ya de regreso, subir hasta la iglesia de San Pantaleón.