De ruta por los valles de Ason y Soba
Volvemos a retomar las excursiones. Esta vez nos vamos hacia los Valles de Ason y Soba. En Cantabria. La excusa es ver la Cascada de Cailagua o Cascada del Asón. En el itinerario que nos hemos preparado un montón de sitios para ver. Más vale que sobren …que no que falten…
Hemos quedado a las 9.00 para comenzar la ruta. Antes hay que hacer una parada en Arcentales. Nos reciben con gran alborozo Kirru y Luna. Descargamos bártulos. Entramos en casa. Siberia sale a nuestro encuentro. Abrimos contraventanas para que entre el sol y dejamos puesta la calefacción, que luego, cuando regresemos, lo vamos a agradecer.
Y ponemos rumbo a Ampuero. Objetivo, ver el Santuario de la Bien Aparecida. En poco más de 45 minutos estamos allí. Tan cerca de casa y no lo conocíamos!!. El Santuario se encuentra a 5 km de Ampuero. En Hoz de Marron. Viene muy bien indicado. Ascendemos montaña arriba y según subimos vemos diferentes pasos de la Pasión de Cristo. Pues parece que el sitio es importante…Un gran parking nos indica que hemos llegado. No hay nadie. O casi nadie. El Santuario es más grande de lo que yo me esperaba.
La Virgen de La Bien Aparecida se encuentra dentro del Santuario. Entramos. Hace un frio que pela!!. La imagen es una talla muy pequeñita. He leído en Google que quizás sea de las más pequeñas de cuantas existen en la geografía española. Y yo que iba con la idea de ver una Virgen tamaño familiar!!. Salimos al exterior. En los alrededores poca cosa. Y poca casa. Tan sólo algún que otro bar y algún restaurante. Y un mirador con unas vistas espectaculares del valle.
Aprovechamos que hace sol para sentarnos en la terraza del restaurante Solana y pedirnos los primeros cafecitos. Los disfrutamos escuchando el silencio que se respira. Qué paz!. Qué tranquilidad!.
Volvemos al coche. Siguiente punto en la ruta es Limpias. Objetivo, ver el Cristo de Limpias. Un cartel nos indica la dirección a seguir. Empezamos a subir. Nos alejamos de Limpias. Esto no pinta bien. Por aquí no hay ningún Cristo que valga!. Media vuelta. A que va a ser la iglesia que dejamos al comienzo de la subida?. Pues va a ser esa. La iglesia de San Pedro. Dentro, el Cristo.
Si entráis a verlo, fijaros en su mirada. Depende desde donde se vea, la expresión de su mirada es diferente. Pero al Cristo de Limpias se le conoce también porque, según cuentan, lloraba sangre y su expresión cambiaba de aspecto. Verdad?. Milagro?. Sugestión?.
Dejamos al Cristo y sus enigmas y nos acercamos hasta la ría de Limpias. Buscamos un Museo Naval al aire libre. Se levanta aire. Tiene pinta de cambio. Del museo ni rastro. Preguntamos. Nos dicen que se encuentra al final del paseo y que son cuatro cosas. Ponen tan poco entusiasmo que decidimos que lo mejor es ir hacia la cascada del rio Ason. No vaya a ser que empiece a llover y nos fastidie la excursión!!.
Retrocedemos en la carretera y nos vamos hacia Arredondo. Capital del mundo. O eso dicen sus paisanos. Su iglesia principal tiene una torre que se asemeja a un faro. Pasamos de largo. Dirección a Asón. Tal vez a la vuelta hagamos una parada. Al menos está en la ruta que nos hemos trazado.
Nos adentramos en el Valle. Precioso. Enseguida, desde la carretera, vemos la cascada.
Un poco más adelante nos encontramos con varios coches aparcados en la cuneta. Allí mismo, a mano derecha, está el camino que lleva a la Cascada del río Asón o Cascada de Cailagua. Aparcamos, imitando al resto, y bajamos la pequeña cuesta que hay. Un poste de madera nos indica el camino a la cascada.
Por ahí?. Pero si hay que cruzar el río!!. Abandonamos el camino. Y de piedra en piedra, con cuidado de no resbalar, cruzamos el río. Nos adentramos en terreno no apto para tacones, ni rodillas mal trechas, ni sillas. Hay que ir mirando dónde ponemos los pies no vaya a ser que algún resbalón o traspié haga dar a nuestros huesos, y a la cámara de fotos, con el suelo. A pesar del terreno, el paisaje es precioso. Y el riachuelo nos acompaña todo el trayecto.
Nos acercamos a la cascada. No se ve, pero la sentimos. El viento nos trae el agua. Nos estamos empapando!!. Y el suelo cada vez más resbaladizo!.
Llegamos a la base de la cascada. Hay que echar la cabeza bien atrás para verla!. 70 metros de caída libre forman una cola de caballo. Y eso que con el viento que sopla la esparce y no se ve en todo su esplendor. Pero aun así, es espectacular. Como el entorno que la rodea.
Nos hacemos las fotos de rigor. Como todo el que está allí. Incluso hay una pareja de novios que se ha acercado para inmortalizar un día tan especial. Entre felicitaciones de los asistentes, la novia hace equilibrios, con vestido largo incluido, para llegar hasta la base de la cascada. Anda que ya les puede durar el amor, aunque solo sea por el esfuerzo de las fotos!!.
Dejamos a los novios y al fotógrafo con su sesión de fotos y nos disponemos a irnos hacia La Gándara. Que también promete. Pero antes, una paradita en el Mirador del nacimiento del Asón, situado un poco más arriba de donde hemos aparcado. Desde aquí tenemos una buena vista de la cascada y del valle.
Seguimos ruta. Hacia La Gándara. Entramos en el Valle de Soba. Aquí tenemos varias cosas para ver. Nos acercamos al Centro de Interpretación del Parque Natural de los Collados de Asón en busca de información. O de confirmación de la que ya llevamos. Nuestro primer destino va a ser el Mirador de la reina. Un pequeño paseíto desde el Centro de Interpretación cruzando el área recreativa que allí tenemos.
Un par de miradores voladizos sobre el precipicio sirven de atalaya para ver las cascada del rio Gándara. No tenemos suerte y apenas cae un hilillo de agua. Aún así, el paisaje es sobrecogedor. Eso, y que el suelo de los miradores son de rejilla!!. No apto para los que sufran de vértigo!.
Regresamos hacia el Centro de Interpretación. Ya hemos decidido que nos quedamos a comer en el área recreativa. Nos aposentamos y sacamos los bocatas. La próxima nos montamos una barbacoa allí mismo!!. Rematamos con un buen cafecito en una de las cafeterías que hay alrededor. Qué más se puede pedir!. Quizás, una caja de pastas de “Cascadas del rio Asón” rellenas de toffe!!.
De nuevo al coche. Pocos kilómetros adelante nos espera otra maravilla. El nacimiento del rio Gándara. Bonito no. Lo siguiente. Es fácil encontrarlo. Solo hay que seguir los carteles. Una campa atravesada por el río Gándara que surge del suelo a borbotones, como por arte de magia, y entre pequeñas cascadas y saltos va dando forma al futuro río en el que se convertirá.
Resulta curioso el contraste entre el nacimiento del rio Asón, con una caída de 70 metros y el nacimiento del río Gándara, a ras de suelo. Y en la orilla, un antiguo molino reconvertido en criadero de alevines de trucha. O eso dice en una placa que hay en su fachada.
Damos un paseo por los alrededores. No se oye nada. Salvo el ruido del agua. Una auténtica maravilla. En verano estará así de tranquilo?.
Dejamos este trocito de paraíso y cogemos carretera hacia Ramales. Por el camino tenemos el Mirador de Aja. Nos desviamos hasta el pueblo de Aja y aparcamos.
Pocos vecinos. Algún que otro perro nos mira con curiosidad. El mirador está en la parte alta del pueblo, al lado de unas antenas de televisión. Menos de cinco minutos de caminata que bien merecen la pena para asomarse a las vistas que hay desde el mirador. Y de regalo, por el camino, nos hacemos amigos de un burro!!.
Va siendo hora de regresar a casa. La tarde empieza a echársenos encima. Pero antes, una última visita. En el Centro de Interpretación nos han aconsejado acercarnos hasta Santayana. Allí hay un pequeño Museo Etnográfico que no podemos dejar de visitar. La entrada es gratuita. Y allá que nos vamos.
El pueblo en sí, no tiene nada. A la entrada, en un muro, un cartel marca la dirección del museo. Un portalón con un gigantesco búho de madera nos indica que hemos llegado. Parece cerrado. Al instante un señor se asoma al mirador de la casa. Preguntamos si está abierto. El hombre nos dice que sí y baja a abrirnos la puerta. Y a partir de ese momento empezamos a alucinar con lo que este hombre guarda ahí.
Imagínate un objeto antiguo y seguro que Joaquín, que así se llama nuestro nonagenario anfitrión, lo tiene. El que sea!!. No esperéis un museo a la usanza. Joaquin lo tiene todo distribuido entre dos o tres habitaciones. Apenas queda ya un hueco para colocar nada más. Cincuenta años recogiendo y comprando historia, son muchos años!!. Se queja de no tener más espacio.
Pero seguramente, en un museo tradicional, le quitaría el encanto que tiene. Y seguro que Joaquín no estaría para contarnos cómo consiguió el pupitre de madera o decirnos que tiene más de 3000 libros antiguos o cómo se enorgullece de su amistad con un grupo de ertzainas a los que aprecia enormemente y que le corresponden con el mismo aprecio. O mostrarnos orgulloso lo bien que suena aún la gramola que trajo su padre de México.
Antes de dejar a Joaquin y sus recuerdos, le agradecemos la visita dejándole algo de propina. El nos insiste en que no nos vayamos sin probar su vino blanco. El mejor de la región, nos asegura. Realmente bueno. Y para las chicas…un moscatel!!. Tan bueno o más que el vino blanco. Se niega a cobrarnos las copichuelas. Y en agradecimiento le invitamos a que coja un par de pastas, de las que habíamos comprado en La Gándara. Nos despedimos de Joaquin con la intención de volver.
Poco nos queda ya por ver. Una última parada en Ramales de la Victoria y de allí a casa, a Arcentales. Se agradece la calefacción que habíamos dejado encendida!!.
En el tintero nos ha quedado pendiente visitar Arredondo y sus dos iglesias y alguna de las tantas cuevas que hay por la zona. Seguramente que organizaremos otra salida. Cantabria es infinita, como reza su slogan. Y lo tenemos aquí al lado!!.