El otro día alguien me dijo que últimamente parecía que tuviéramos “incontinencia viajera”. Y hombre, aunque razón no le falta, lo cierto es que lo que estamos teniendo es un diciembre con complejo de primavera que invita a salir a las primeras de cambio. Así que planeamos para el domingo una salida, esta vez hacia Burgos. Visitaríamos Tobera y Frías.
Y el Domingo, a las 10 de la mañana, con 14 grados y algo de viento sur nos montamos en el coche, no sin antes haber consultado el tiempo en Google para esa zona. Que es Burgos. Y ya sabemos cómo se las gasta la temperatura por esos lares. Anunciaban temperatura baja para primeras horas pero luego iría subiendo hasta alcanzar máximas de 12º.
Nuestra GPSa decide llevarnos por la A8 dirección Burgos. Nada más llegar a Subijana nos recibe una capa de niebla y el termómetro empieza a bajar. 10º. 8º. 6º. Y la niebla cada vez más espesa. Trece euros y pico más tarde abandonamos la A8 y seguimos las indicaciones de nuestra GPSa. La niebla nos sigue acompañando y el termómetro ha bajado a 4º. Pasamos Pancorvo. Nuestra GPSa decide que ya es hora de visitar algún pueblo perdido de la zona y nos desvía. Se ha vuelto loca!!. Pretende que atravesemos un campo sembrado de vete tú a saber qué!!. La ignoramos y damos media vuelta. Salimos de nuevo a la carretera y continuamos hacia adelante. La GPSa, loca perdida, insiste en que demos la vuelta. Diez kilómetros más adelante le hacemos caso y regresamos por donde hemos venido. Y “vuelta perico al torno” en que volvamos a entrar en el pueblo de antes! (Al parecer, la antigua carretera debía pasar por este pueblo, y al parece la carretera actual es nueva y la pobre no lo tiene registrado en su memoria. De ahí su empeño). No le hacemos caso y nos desviamos hacia Oña. Esta carretera si la reconoce y a partir de aquí no volvemos a tener ningún problema. La temperatura ha descendido ya a 3º. Y nosotros parece que empezamos a ascender carretera arriba. La niebla no nos deja ver más allá de dos palmos. Llega un punto del camino que el termómetro marca 1º y lo poco que vemos de la cuneta está con hielo. Pero quién me mandaría a mí organizar una salida a Frias!!!. Con lo agustito que estamos por Bilbao con nuestros veintipico graditos!!!.
Y de repente desaparece la niebla. El cielo se vuelve azul y el termómetro empieza a subir poco a poco. Tampoco es que suba como para tirar cohetes…pero cuando llegamos a Tobera el termómetro ya marca 6º. Y en estas estamos, comentando el cambio tan drástico, cuando nos topamos con las dos ermitas que preceden al pueblo de Tobera. Una de ellas, la más grande y situada en la parte superior, es la de Santa María de la Hoz. Se cree que es del siglo XIII. Y un poco más abajo está otra ermita mucho más pequeñita conocida como la del Cristo de los Remedios. A todo ello, sumarle un pequeño puente romano sobre el rio Molinar. El conjunto es precioso. Dicen, que probablemente sea uno de los lugares más bucólicos de todo Burgos.
Pero nuestra idea no es sólo visitar las ermitas y el puente romano. De aquí sale una senda, conocida como la “Senda del rio Molinar” que, siguiendo el curso del rio Molinar durante algo más de un kilómetro, te acerca hasta el pueblo de Tobera. Enseguida se ve. Sólo hay que descender unas pocas escaleras por un camino estrecho asfaltado y seguirlo.
Pronto empezamos a ver algún salto de agua. En el camino tenemos miradores para asomarnos y verlos mejor. Seguimos bajando hacia el pueblo acompañando al rio. Lo mejor está por llegar. Y eso que las lluvias de los últimos meses no se han prodigado mucho…
Termina el camino. Toca descender por una ladera del monte hacia el pueblo a través de unas escaleras. Una vez abajo cruzamos un pequeño puente y antes de entrar en el pueblo, a mano izquierda hay otro camino estrecho asfaltado pegado a una fachada que sigue el curso del rio. Lo seguimos y nos lleva a los pies de una cascada. Esto, con agua abundante, tiene que ser una pasada!!. Un lugar precioso.
Hacemos las fotos de rigor y volvemos hacia el puente. Esta vez vamos hacia la derecha, sin entrar en el pueblo, y siguiendo el curso del rio. De nuevo un camino asfaltado que nos acercará a otra cascada. El paisaje, de cuento. Precioso.
Y llegamos a la cascada. Más bonita que la anterior, si cabe. Esto con agua abundante tiene que ser la repera!!. Nos tiramos un buen rato contemplándola. Extasiados.
Y hablando de éxtasis. Me ha parecido ver una linda ermita cuando nos acercábamos a esta cascada. Abandonamos el paraíso y volvemos al camino, justo antes de tomar el que nos ha acercado a esta cascada. Decidimos seguirlo y enseguida aparece la ermita, rodeada de una pequeña campa con árboles y con su portada mirando a Tobera.
Ya solo nos queda desandar lo andado y regresar al coche. Para cuando llegamos nos sobran ya el gorro, la bufanda y hasta la chamarra. No hay nada como subir un montón de escaleras para entrar en calor. Hacemos las últimas fotos a las dos ermitas y ponemos dirección a Frias. A escasos dos kilómetros.
Llegamos a Frias. Ostenta dos títulos. El de “uno de los pueblos más bonitos de España” y el de “pueblo más pequeño de España”. El primero, vale. El segundo tengo mis dudas. Pero si ellos lo dicen, será.
Antes de empezar la visita a Frías, lo primero es lo primero. Buscar un lugar donde poder saciar nuestra sed. Me habría decantado por un cortadito corto de café (a ser posible bien calentito), pero en vista de la hora que es mejor un mosto acompañado de una croqueta con jamón. Para ir haciendo boca…
Ahora sí. Comenzamos la visita.
Frias se encuentra situada sobre un peñasco y lo primero que llama la atención es la torre de su castillo, que se eleva por encima de las calles del pueblo, encaramada en lo alto de un risco. Es el Castillo de los Velascos. Se encuentra en la parte alta del pueblo. Tiene puente levadizo, y como todo castillo que se precie, foso. Por un módico precio se puede visitar. Nosotros nos conformamos con verlo por fuera.
Junto al castillo está la muralla. La seguimos y nos lleva hasta la Iglesia de San Vicente. Otro de los iconos de Frias y que junto con el Castillo, las Casas Colgadas (si, como las de Cuenca) y el Puente Medieval conforman el Conjunto Histórico Artístico de Frias.
Allí mismo, junto a la iglesia, hay una zona porticada con bancos y mesas de madera ideales para hacer un alto en el camino y sentarse a comer un buen bocadillo mientras contemplas las vistas. No es nuestro caso. Esta vez comeremos en uno de los dos restaurantes que hay abiertos. En El Chato. Un menú de 16 euros. Normalito. Una lástima la “cristalería”. Un repasito después de sacarla del lavavajillas no le vendría mal.
Terminamos de comer y salimos en busca de la calle que nos lleva a las “casas colgadas”. Son un grupo de casas situadas al borde de la roca sobre la que se asienta Frias. En algunas no se sabe dónde empieza la casa y dónde termina la roca. Curioso de ver.
Dejamos Frias y nos acercamos hasta su Puente Medieval sobre el rio Ebro. De nueve arcos y de calzada romana. En mitad de él, una imponente torre. Debía ser la “aduana” donde se cobraba el peaje. Nos lo cruzamos de punta a punta. Le hacemos fotos desde todos los puntos posibles. Al fondo, la silueta de Frias nos contempla.
Damos por terminada la visita a Frias. Son algo más de las cuatro de la tarde. Tenemos tiempo de acercarnos hasta Pedrosa de Tobalina, a ver su cascada. Esta vez si se nota la escasez de agua. Apenas dos chorretones cayendo por los extremos. Decidido. En primavera hay que volver.
Ponemos rumbo a casa. Le decimos a nuestra GPSa que nos ahorre la autopista. Nos lleva dirección Quincoces y luego Artziniega. Paramos. Damos un paseo por el pueblo. Nos tomamos un cortadito en uno de sus bares y seguimos camino hasta llegar a casa.
En mente un próximo destino, también por tierras burgalesas. Recomendado por una amiga que conoce bien la zona. Siones, San Pantaleón y Criales. Iglesias templarias y el Santo Grial. Bien merece la pena acercarnos a tomarnos un café con vistas semejantes!!.