Paseando por los acantilados
Otoño nos está regalando unos días de sol y buena temperatura, algo que el verano, obstinadamente, se negó a darnos. Así que aprovechando los días de asueto nos hemos levantado con cuerpo de ruta, nos hemos enfundado el chandal y las zapatillas y nos hemos ido hasta Barrika. Hasta el Golfo Norte. El otro día nos fijamos que desde allí mismo, en el área recreativa que hay al lado del parking, hay un camino que se adentra en la maleza, siguiendo la línea de los acantilados y por el que hay un continuo discurrir de gente y más gente.
El recorrido dura, más o menos, entre paradas a contemplar el paisaje y paradas a hacer fotos, una hora. Aconsejable llevar un buen calzado porque es un camino de tierra con desniveles, unos bastones porque hay alguna que otra cuesta que subir y bajar y una botellita de agua, que nunca está de más hidratarse.
El camino es a través del monte, siguiendo la línea de los acantilados, con unas vistas espectaculares de la costa.
Es un trayecto sencillo, que no tiene pérdida, aunque de vez el cuando aparece algún cruce de caminos que te hace dudar si tirar hacia un lado o hacia otro. Seguir siempre el que os mantenga más cerca de los acantilados.
Aunque la ruta no tiene demasiada complicación, sí que hay algún que otro tramo un poquito más complejo, donde los bastones vienen de maravilla.
Al final del camino llegamos a un saliente desde el que tenemos un buena vista de la bahia de Gorliz, de su playa y hasta del hospital.
Un sitio perfecto para sentarse y descansar durante un buen rato contemplando el cantábrico y sus olas rompiendo contra las rocas.
El camino de vuelta lo haremos por el mismo sitio. Siempre procurando no alejarnos del que dibuja el borde de los acantilados. Hasta llegar de nuevo al parking del Golfo Norte. Buen momento para sentarse en su terraza y disfrutar de un café bien fresco, de algún “tentenpie”, de buena música y de mejores vistas.