Ruta por Asturias: Lastres, Gulpiyuri, los bufones de Pria…
Diez de la mañana. Día soleado. La temperatura perfecta. Salgo por la puerta del hospital, fresca como una lechuga. La migraña ya es historia. Afuera ya me están esperando. Continuamos con el recorrido establecido. Punto de partida de hoy, Lastres. Metemos el nombre en nuestra GPSa y allá nos vamos.
Pero antes de irnos hasta Lastres hacemos una visita al Mirador del Fitu. Estamos a 16 km de donde está situado. Hay que seguir la carretera que une Arriondas con Colunga. Subimos la carretera que nos lleva hasta el puerto del Fitu. Con cuidado o corremos el riesgo de llevarnos alguna vaca por delante. A 1.100 metros de altitud nos encontramos con el mirador. No hay pérdida. Una explanada a modo de parking nos indica que hemos llegado. Unos metros más adelante enseguida vemos el mirador. Parece un ovni que ha desplegado su escalera para llegar a tierra. Salvo que en este caso, la escalera es para subir hasta él.
Subimos las escaleras. La vista que tenemos desde allí es inmensa. 360º de plena maravilla. De naturaleza. Y encima tenemos un día espectacular!. Es como si estuviéramos viendo un mapa en 3D. Por un lado vemos parte de la costa Asturiana, por el otro Los Picos de Europa, más cerca el Valle del rio Sella, verdes prados…la vista no nos alcanza a todo!!. Qué insignificantes que somos!!.
Volvemos al coche. Ahora sí. Nos vamos a Lastres. Villa marinera. Una de las más bellas y típicas del litoral asturiano. Su casco histórico ha sido declarado Conjunto Histórico Artístico allá por 1992. Y también hogar de la serie “El doctor Mateo”.
Decidimos bajar con el coche hasta el puerto. Barcos de pesca y de recreo conviven juntos. Desde allí tenemos una buena vista del pueblo. Encaramado en la ladera. A sus pies, una pequeña playita. Un poco más lejos, una más grande. La playa de la Griega.
Subimos hasta el espigón. Al otro lado el mar está en calma. Un pequeño recorrido por él y volvemos a bajar. Cogemos el coche para subir hacia la parte alta del pueblo. Ninguno está por la labor de subir andando. Aparcamos cerca de la iglesia de Santa María de Sábada. Pero antes de empezar a callejear, un alto en el camino. Cerca hay un bar con una agradable terracita. Pedimos alguna bebida. El camarero nos la acompaña con unos bocadillos de jamón serrano. Se lo agradecemos infinitamente. Hay hambre!.
Y comenzamos el recorrido. Nos acercamos hasta la iglesia. Hay un mirador con una estupendas vistas del puerto.
Vamos bajando poco a poco hacia al comienzo del pueblo. Metiéndonos entre callejuelas. Las calles empedradas, se precipitan hacia el mar. Hay rincones con mucho encanto. Localizamos la casa del “Doctor Mateo”. Parece abandonada. Seguimos bajando. Casi al llegar abajo vemos la Capilla del Buen Suceso. Marinera. No podía ser de otro modo. Estamos ya abajo. Lastres no nos ha defraudado.
De Lastres continuamos hasta Ribadesella. En menos de media hora hemos llegado. Cruzamos el rio Sella y nos vamos hacia el puerto, hacia el casco histórico. Lo primero es buscar un sitio para comer. Hay varios restaurantes por el casco. Todos muestran sus menús. Entre 10 y 12 euros. Nos decidimos por uno de doce. De primero, fabes con almejas. Como manda la tradición. Están de rechupete. De segundo cada uno elige algo diferente. Y de acompañamiento, sidra. A falta de un experto que nos escancie la sidra tenemos un artilugio que nos lo hace. Qué adelantos, señor!.
Terminada la comida, es de obligación dar un paseo por el casco histórico. No sé porqué me trae a la memoria Portugal. Tal vez sea la arquitectura que tiene Ribadesella. Salimos hacia el puerto. A pesar del sol el viento es fresco. Recorremos un tramo de la orilla del Sella. Antes de volver al coche nos tomamos unos cafés en una tasca cerca del puerto, a la sombra.
Recuerdo que cerca tenemos La Cuevona. Una gruta natural atravesada por una carretera. De lo más curioso. Y, aunque no estaba en el “planing” del día, decidimos visitarla. Volvemos a cruzar el puente sobre el rio Sella. Y tomamos dirección a las cuevas de Tito Bustillo. El rio Sella, un puente de madera, una zona de descanso, palmeras…Echa el freno madaleno, que esto hay que visitarlo. Y paramos. El lugar, idílico.
Seguimos. Nuestra GPSa nos guía hasta la Cuevona. Atravesamos con el coche los 300 metros que tiene. Es una sensación extrañísima. Al otro lado, está el pueblo de Cuevas del Agua. Aparcamos. Y volvemos a recorrer los 300 metros. Esta vez andando. Hay una buena iluminación. Discreta, pero suficiente para poder ir observando las estalactitas, las estalagmitas y demás formaciones que hay en la cueva. Y junto a nuestro recorrido un pequeño riachuelo nos acompaña. Si es que lo tiene todo esta cueva!!.
Ahora sí. Retomamos nuestro planing original. Nos vamos a visitar los Bufones de Pria. En Llames de Pria. Le damos la dirección a la GPSa y en media hora nos plantamos en Llames. Aparcamos en el pueblo y andando nos vamos hacia los bufones. Siguiendo las indicaciones de los carteles. Antes, una agradable sorpresa. La playa de Guadamía. Su propiedad se la disputan el rio Guadamia y el propio mar Cantábrico. Playa protegida como ninguna en todo el litoral asturiano. Y a su vera, unos acantilados de cuidado!.
Seguimos el camino. La zona de los bufones está un poquito más adelante. Un “bufido” nos avisa de que hemos llegado. Impresionan!. Hay que andarse con cuidado. Un descuido y nos caemos por los agujeros. Al borde, el acantildado. Hoy la mar no está muy brava. Pero de vez en cuando, uno de los bufones expulsa su líquido. Esto en pleno invierno y con marejada tiene que ser todo un espectáculo!!.
Dedicamos un buen rato a recorrerlos. No podemos ver cómo expulsan el agua, pero los oimos.
De regreso al coche hacemos un alto en un bar que hemos visto antes de llegar a la playa. Tiene unas mesas a la sombra en una campa. La temperatura es buenísima para tomarse un buen café con hielos y alguna que otra cervecita.
Retomamos el camino. El siguiente punto a visitar, una playa. Pero no una cualquiera. La màs pequeña del mundo!. Que no es suficiente mérito?. Y si os digo que está situada a 100 metros de la costa?. Ahí es nada. Es la Playa de Gulpiyuri.
Para llegar hasta ella hay que continuar hacia Llanes y salirse en Naves. Allí buscamos el acceso a ella por un camino asfaltado. Dejamos el coche en una explanada y continuamos por un camino de tierra. Seguro que aquí hay una playa?. Pero si esto son campas y campas!. Pues sí. Al final del camino hay una pequeña hondonada. Y cuando te acercas…sorpresa!. La playa de Gulpiyuri!.
No sé si estamos de suerte o no. Hay marea baja. Podemos bajar a la arena y ver por dónde entra el mar. Pero con marea alta tiene que ser todo un espectáculo verla. La hondonada estaría cubierta de agua!. Tal vez, en otra ocasión, podamos contemplarla de esta otra manera.
Son ya casi las nueve de la noche. Hora de regresar a Cabrales. Buscamos un lugar donde cenar algo de picoteo y nos vamos hacia el hotel. Nuestra última noche.
Mañana, después de desayunar, nos iremos hacia Llanes. Una paradita por el camino para comprar alguna cosa y vuelta al coche y de regreso a casa. Todo lo que empieza, tiene que acabar!