Qué mejor manera que inaugurar el año “rutero” con una escapada de finde a uno de nuestros destinos favoritos!!. Asturias. Y más en concreto a Gijón.
Nos hemos acercado muchas veces hasta Asturias. Tenemos la suerte de estar relativamente cerca y de ser un viaje cómodo, todo por autovía. Pero nunca habíamos tenido la oportunidad de visitar Gijón, así que cuando descubrimos un bono en “colectivia” donde ofrecían la posibilidad de alojamiento en un hotel en Gijón durante dos noches con sus respectivos desayunos y una cena para dos a un precio majo…ni nos lo pensamos!!.
Y aunque nos hubiera gustado tener más tiempo para ver más cosas y sabiendo que las horas de luz son las que son en esta época del año, nos trajimos para casa un montón de imágenes en la retina (y en la cámara de fotos) de todo lo que vimos desde la tarde del viernes hasta las primeras horas de la tarde del domingo. Apenas dos días que dieron mucho de sí!!
Viernes a la tarde. Primer contacto con Gijón.
Llegamos a nuestro hotel (Hotel Begoña Park) sobre las cinco de la tarde. Teníamos pocas horas de luz natural y mucho por ver. Así que empleamos el tiempo justo en hacer el checkin y subir a la habitación a dejar las maletas. Y a la calle!!.
Aprovechando que el hotel está situado en uno de los extremos del Paseo de San Lorenzo nos lo anduvimos hasta llegar a la playa del mismo nombre. Al final del paseo se veía la iglesia mayor de San Pedro. Pero no nos iba a dar tiempo a recorrerlo entero. Son casi 6 km de punta a punta. Esa parte la dejamos para el domingo.
A lo largo del paseo nos encontramos con “La Lloca“. Una estatua de bronce enorme que mira al mar, con semblante triste. Despidiéndose de alguien. Oficialmente es La Madre del Emigrante pero en Gijón la conocen como La Lloca del Rinconin y se ha convertido en todo un símbolo de la ciudad.
El paseo se hace agradable, a pesar del frío. Y la vista de Gijón desde aquí, con el atardecer, es todo un privilegio. Una vez alcanzada la línea de playa, donde comienza los primeros edificios de la ciudad, decidimos aventurarnos en sus calles con el objetivo de busca del café más antiguo de Gijón. El Dindurra (Paseo de Begoña, 11). Un café de estilo Art Decó con más de 115 años de historia y con el anuncio de tener uno de los café más ricos de Gijón. Con semejante presentación cómo no nos íbamos a cercar a verlo. Y a tomarnos un café. Que la tarde noche nos lo estaba pidiendo ya a gritos.
Nos costó encontrar mesa, pero al final lo conseguimos!. Una vez dentro, en lo que hay que fijarse es en las columnas y en el techo de estilo Art Decó. Y en el suelo, con mosaico hidráulico.
El café está situado pared con pared con el Teatro Jovellanos, uno de los lugares donde se celebra la entrega de los premios Príncipe de Asturias y donde tiene lugar la ceremonia del Festival del Cine de Gijón.
La tarde no daba ya para mucho más. Había que desandar lo andado y volver al hotel. Una ducha y bajar a cenar.
Sábado. Visitamos dos de los pueblos más bonitos de Asturias: Luarca y Cudillero
La idea de este día era visitar Cudillero y Luarca. Salimos del hotel sobre las 10.00. Decidimos ir primero hasta Luarca. Tenemos una hora por delante. Pero antes de llegar hacemos una parada en Covadero para visitar la ermita de la Regalina. He visto fotos de ella y me llama la atención el color azul y blanco que tiene y la sencillez con la que está construida.
Atravesamos el pueblo y llegamos hasta un descampado donde hay una verja que tenemos que atravesar. La ermita está justo en mitad de una campa verde. No nos defrauda. Es tal y como la habíamos visto en fotos. Azul. Blanca. Sencilla. Cerca de ella un par de hórreos. Uno algo más viejo que el otro.
Cruzamos la verja. El paisaje es alucinante. Se ve parte de la costa asturiana con sus impresionantes acantilados. Estamos a caballo entre el cabo Vidio y el cabo Bustos. Un banco invita a sentarte y pasar horas contemplando el paisaje. El padre Galo no podría haber imaginado un lugar mejor para ubicar su ermita.
Dejamos la tranquilidad y paz que se respira aquí para irnos hacia Luarca. Conocida como “la villa blanca de la costa verde” por el color blanco de sus casas en contraste con el negro de sus tejados de pizarra.
Aparcamos a la entrada del pueblo. Buscamos la oficina de Turismo. Está en la plaza del Ayuntamiento. Justo enfrente de éste. En un edificio declarado Bien de Interés Cultural. En la puerta hay una estatua de su paisano más ilustre. Severo Ochoa. La chica que nos atiende nos aconseja un itinerario para conocer Luarca.
Pero antes, una paradita para tomarnos un café. Entramos en el café La Biblioteca. Allí mismo en la plaza. Cada cortado nos cuesta 1.10. No están mal. Ahora sí, empezamos el recorrido aconsejado.
Lo primero es dirigirnos hacia el Paseo del Muelle, donde está el puerto. Una vez allí subir hasta el Mirador del Chano desde el que tendremos una buena vista de todo Luarca. Subimos atravesando las callejuelas de uno de los barrios más antiguos de Luarca. El barrio de la Pescadería.
Arriba, a parte de las vistas, nos espera también la ermita de San Martín. Pero no entramos porque está cerrada. Aunque podemos ver la capilla a través de la puerta.
Volvemos a descender entre calles estrechas. El siguiente punto será el cementerio de Luarca. Para ello tenemos que llegar hasta el otro barrio antiguo de Luarca. El barrio del Cambaral. Accedemos a él cruzando uno de los puentes más emblemáticos del pueblo (A Luarca la atraviesan 7 puentes). El puente del Beso. Con una leyenda de amores imposibles que no acaba nada bien.
Desde el puerto, a los pies del barrio del Cambaral, asciende una carretera hasta el cementerio. Hubo un tiempo en que fue considerado el cementerio más bonito de España. Supongo que las vistas que tiene ayudaron mucho en lograr tal mención. Pero también le hacen atractivo el saber que un Premio Novel de Medicina se encuentra entre sus moradores.
La Atalaya y el Faro son otro de los atractivos que animan a subir hasta aquí.
Otro atractivo más de la zona son dos cañones restaurados de los siglos XVI y XVII que están a la altura del cementerio, en la carretera de subida, y que nos hablan del pasado artillero de Luarca.
Volvemos a bajar al puerto atravesando el barrio del Cambaral. Pero antes de bajar por su callejuelas nos topamos con “La mesa de los mareantes“. Lugar donde antaño se reunían los pescadores para debatir sus asuntos.
Y allí mismo encontramos también unos paneles realizados en cerámica donde se cuenta parte de la historia de Luarca. Una historia con detalles muy curiosos!!.
Ahora sí. Descendemos entre calles empinadas por el barrio del Cambaral hasta llegar de nuevo al puerto.
Son más de las dos de la tarde. Es hora de comer. Buscamos el restaurante “El Barómetro” en el mismo puerto. En TripAdvisor lo aconsejan. Tenemos sitio por los pelos. Es un restaurante pequeño con lo que es mejor hacer una reserva, por si acaso. Tienen dos menús; uno de 12 euros y otro de 17 €. Cada uno de ellos con un primero y un segundo más el postre. Nosotros preferimos elegir de la carta. Guiados por las opiniones de anteriores visitantes decidimos probar las fabes con almejas. Buenísimas!. Aun sueño con su sabor.
No podemos entretenernos más en Luarca si queremos llegar a Cudillero antes de que el sol se esconda. Nos ha quedado por visitar algún barrio más. La chica de la oficina de Turismo nos habló de uno en el que se concentraban la gran mayoría de casas indianas (otra de las cosas por las que se conoce Luarca). Pero no hay más tiempo. Tenemos poco más de media hora para llegar hasta Cudillero.
De camino nos desviamos hasta el Cabo Bustos. Tiene unas vistas al mar Cantábrico y unos acantilados de escándalo. Como toda la costa asturiana. Allí está también el Faro. No es tan bonito como el de Luarca, pero las vistas merecen la pena.
En uno de los paneles informativos anuncian que…
…frente al Cabo Bustos, a unas 7 millas de distancia, se localiza un gran valle submarino de extraordinaria diversidad, el Cañon de Avilés, considerado uno de los más profundos del mundo, con simas de hasta 5000 metros hasta los fondos abismales.
Llegamos a Cudillero sobre las 16.30. Aparcamos a la entrada del pueblo, en la zona del puerto. Allí hay un parking donde dejar los coches. No tenemos problemas para aparcar. En verano ya será otra cosa.
Un paseo corto nos acerca hasta la entrada del pueblo. Lo primero que ves es la estampa más típica de Cudillero y que aparece siempre que haces una búsqueda de Cudillero. Las casas blancas con los marcos de las puertas y ventanas pintadas en mil colores y escalonadas sobre la montaña. Hoy el día está nublado y no luce tanto pero en verano tiene que ser toda una explosión de color!!.
Cudillero es pequeñito, con pocas casas todas ellas escalonadas formando lo que se conoce como el Anfiteatro, donde las casas sería las gradas y en le centro de todo estaría la plaza, donde se realizaría el espectáculo.
Esta plaza es la La Plaza de la Marina, rodeada de un montón de restaurantes. Una plaza muy diferente a otras que me vienen a la memoria, pero con mucho encanto. Y fotogénica. Muy fotógenica!. En ella está la antigua Lonja de pescado. Hoy es un restaurante.
Cudillero tiene también diferentes miradores donde subir para ver el pueblo desde arriba. Nos dijeron que bastaba con seguir alguna de las barandillas azules que hay por el pueblo. No subimos. La cantidad de escaleras y que se nos estaba haciendo tarde, nos hizo desistir. Tal vez en una próxima visita.
Antes de irnos quisimos subir hasta el Faro. Pero la carretera que lleva hasta él estaba cortada. Nos tuvimos que conformar con verlo desde abajo.
Nos quedamos con ganas de ver más a fondo Cudillero. De subir a los miradores. De callejear. De explorar. De visitar playas cercanas…Pero el tiempo es el que es. Y en invierno aún da para menos. Tal vez en primavera, o cuando los días sean más largos, podamos hacernos otra pequeña escapadita a la costa occidental asturiana y volver a visitar Cudillero. Y saborearla mucho más. En todos los sentidos.
Domingo. Visitamos la parte antigua del Gijón.
Si algo nos ha sorprendido de Gijón es la cantidad de sitios que tiene para pasear. Y hacerlo con tu mascota. Gijón se ha convertido en una ciudad “dog friendly”. De echo, en 2017 fue elegida como el mejor destino “dog friendly” de España. Pero Gijón no sólo es cuidadosa con sus mascotas y está concienciada con el medio ambiente en general y el marítimo en particular. (Hay una exposición de carteles en el puerto donde se ven los destrozos que causa el ser humano en los oceanos). Gijón es también cultura, es ambiente, son sus sidrerías, sus mercados…
Comenzamos la visita a Gijón por lo más antiguo. Por las Termas Romanas. Están situadas al final de paseo de San Lorenzo. Pegadas a la iglesia. Por ser domingo, la entrada es gratis para todo el mundo. Antes de pasar a las ruinas, un pequeño vídeo te explica cómo eran las termas y cómo funcionaban.
Finalizamos la visita. El siguiente punto a visitar es la escultura “Elogio al horizonte” de Chillida. Hay que subir hasta el cerro de Santa Catalina. Una pequeña cuesta, pelín empinada, por un lateral de la iglesia, nos lleva hasta el cerro. Un lugar con unas vistas privilegiadas de la costa. Ya lo decía Jovellanos allá por el 1795.
El espectáculo es magnífico. A su vista se siente un placer inexplicable.
Allí está la obra de Chillida. Una escultura enorme de cemento, que si te colocas en medio de ella puedes escuchar el sonido del Cantábrico amplificado. En días de mar brava tiene que ser una pasada!!.
Dejamos los sonidos del Cantábrico para acercarnos a uno de los barrios más antiguos de Gijón. El barrio de Cimadevilla. Nos sorprenden lo cuidado de sus casas. Sus fachadas de colores. La mezcla entre lo cultural y lo popular. Las pequeñas plazas en las que no falta una sidrería.
Y mientras vamos enredando la vista en los mil rincones que tiene Cimadevilla, llegamos a la parte baja del barrio. Allí, en la Plaza Jovellanos, entramos al Museo Casa Natal de Jovellanos. La entrada también es gratis. Dentro, una exposición de pintura de pintores asturianos de los siglos XIX y XX. Y alguna que otra escultura contemporánea.
Cerca, nos topamos con la Torre del Reloj. Una torre rosácea que se alza sobre las ruinas de una torre romana. Para mi gusto, demasiado moderna. Hoy en día alberga el museo arqueológico y el archivo municipal.
Desde aquí nos acercamos hasta la Plaza Mayor. Hoy repleta de puestos de artesanos. Presidiendo la plaza, el Ayuntamiento. Y en los soportales unos cuantos bares y restaurantes donde saciar el hambre.
Atravesamos un arco para llegar hasta la plaza del Marqués. Estamos ya en el puerto deportivo. Presidiendo la plaza una estatua de Don Pelayo. Y en un lateral el Palacio de Revillagigedo, con su belleza barroca.
Pero también nos encontramos aquí mismo con dos “esculturas” algo más “populares”. El Arbol de la Sidra, formado por más de 3200 botellas de vidrio verde puesta boca abajo.
Y las letronas. Cinco letras formando el nombre de Gijón. Perfectas para una foto con el fondo de Cimadevilla. O del Puerto.
Se nos acaba el tiempo para visitar Gijón. Hay que buscar algún lugar donde comer. Luego hay que regresar a casa y aún nos quedan unos cuantos kilómetros de autovía hasta llegar.
Nos vamos de Gijón con la sensación de haber aprovechado bien los días. Pero con el deseo de volver más veces. En algún lugar he leido que Gijón huele a mar y a sidra. Y razón no le falta!!.